09-07-2023. Domingo 14 del Tiempo Ordinario – Ciclo A (Mateo 11, 25-30)

Comentario:

Queridos hermanos y amigos en el Señor:

Jesús afirma de mil modos diferentes que los hombres y mujeres tienen en sus manos una importante tarea que realizar: ser felices y luchar para que todas las personas puedan llegar a serlo. Este es el sueño de Dios sobre la humanidad.

  1. Oración de acción de gracias y de alabanza de Jesús:

Cuatro formas de intencionalidad de nuestra oración: alabanza, perdón, petición y acción de gracias.

El texto que hemos escuchado además de afirmar que Jesús oraba, también indica el contenido de su oración. Escuchamos un grito espontáneo de alegría, de admiración, de acción de gracias… Un himno de alabanza, de bendición al Padre. Parecido al Magníficat que canta su Madre cuando se encuentra con su prima Isabel. En la vida de Jesús, la acción de gracias y la alabanza ocupan un lugar central.

Jesús se refiere y denuncia a la minoría que tiene el poder social y religioso. “Sabios y entendidos”. Quienes están sentados en la “cátedra de Moisés “, se han apoderado de la “llave de la ciencia” (Mt 23,2) y se autoproclaman los depositarios de la revelación y los expertos en su interpretación. Jesús desafía la autoridad de esas personas, tiene con ellas una relación tensa y les dedica duras palabras. Les dice que se preocupan más de las normas que de las personas (Mt 12,1-14); que descuidan lo fundamental: la justicia, la misericordia y la fe (Mt 23,23); que ni entran en el Reino ni dejan entrar en él (Mt 23,13). Jesús se alegra y agradece que esas personas no le acepten. Alaba al Padre por ello.

Las personas “sencillas” son las que entienden y aceptan a Jesús… y son felices. Sienten la presencia de Dios en todos los acontecimientos y circunstancias de la vida. Se dejan inundar por la Buena Noticia, están abiertas a la novedad del Reino que trae Jesús y se dejan llenar de su felicidad. Necesitan a Dios, saben escuchar, admirarse y sorprenderse de sus obras en la vida de cada día. Las personas sencillas tienen armonía interior, serenidad y paz en sus relaciones con los demás, una profunda sabiduría y una fe estimulante y activa. Encuentran descanso y sosiego en Jesús… y son felices.

  • “Nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar”.

Jesús nos muestra su íntima relación con el Padre. Nos ofrece el mejor retrato de cómo es Dios cuando lo vemos, a lo largo de toda su vida, perdonando, curando, salvando, liberando, acogiendo, sufriendo con quienes sufren, ilusionando, siempre cerca y dedicando su compasión y su tiempo a quien le necesita, mostrando predilección por los despreciados y mal vistos por la sociedad.

En Jesús tenemos el perfecto modelo que seguir. Vivir como Él vivió es la fuente de auténtica felicidad para nosotros mismos y para los demás.

Estas palabras son una maravilla exclusiva de Mateo. Jesús ofrece una hermosa invitación al descanso a los pequeños, a las personas empobrecidas, a todas las que viven oprimidas por las innumerables leyes y preceptos que imponen los letrados y fariseos, a todas las que sufren la injusticia, el rechazo, la marginación…

Es un mensaje de ánimo, liberación y esperanza frente a todas las formas de cansancio y de esclavitud.

Jesús siempre habla de su cercanía y del amor incondicional y gratuito del Padre que da sentido a todo en la vida.

Para conocer a Dios tenemos que utilizar la misma táctica que para conocer a los hombres y mujeres de nuestro mundo. La comunicación es un regalo y un riesgo. Dios se arriesga a que le rechacemos “llevando él la iniciativa”, como con la Samaritana, revelándose progresivamente para que lo conozcamos; pero solo se da a conocer a los sencillos y humildes, como los samaritanos.

El conocimiento de otra persona no se puede exigir, pero sí se puede preparar el terreno: silencio, oración, intimidad, respeto, humildad, admiración ante el misterio, acción de gracias. Dios siempre se manifiesta en lo sencillo y humilde: nació en un portal de Belén, se presentó en el templo con la ofrenda de los pobres. Antes de su vida pública se puso en la fila de los pecadores. Sus amigos y preferidos fueron los rudos pescadores, enfermos, la mayoría pobres, y pecadores. También se autoinvitó a casa de Zaqueo y se dejó invitar por Nicodemo, Lázaro y el Fariseo, donde Jesús expuso su doctrina y aprovechó para que “conocieran el don de Dios” y se convirtieran.

  • . “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré”.

¿De qué está el mundo cansado? En estos momentos estamos cansados de tanta guerra, de tantos que mueren de hambre, muchos de no poder trabajar, de injusticias. Estamos cansados de tantas informaciones falsas y mentiras de nuestros dirigentes políticos y medios de comunicación. Cansados de tanta hipocresía e incoherencia entre lo que dicen cuando están en la oposición y lo que hacen cuando gobiernan.

Estamos cansados algunas veces de la falta de respuestas a las exigencias de la felicidad del hombre y otras de la insatisfacción que nos producen tantos sucedáneos que –lejos de llevarnos al bienestar auténtico- nos convierten en simple marionetas en manos de los poderosos.

¿De quién o de qué está el hombre indignado? Unas veces de las promesas que no se cumplen y otras de las que se llevan a cabo, pero no en beneficio de todos. De aquellos derechos que, por simples leyes, convierten a unos en verdugos y a otros en víctimas en manos de los otros. De la falsedad y mentiras de nuestros dirigentes.

¿Por qué está la sociedad y el hombre decepcionados? Entre otras cosas porque ya no sabe por dónde ir, ni dónde encontrar el verdadero descanso. Porque el ritmo tan vertiginoso que llevamos en el día a día se convierte en un yugo insoportable, insolidario y materialista, que nos hace sentir que algo no funciona bien, que no vivimos dignamente, que la vida que llevamos no es vida.

Cargar con el yugo de Jesús es seguirle y aprender de Él. Jesús se quejó de que los doctores de la ley cargaban fardos pesados en los hombros de la gente. En nuestros días, de que nuestros dirigentes políticos suban los impuestos y ellos se suban los sueldos ya desorbitados, abundancia de burocracia y de funcionarios y políticos en muchos casos elegidos a dedo o de puestos creados a dedo para recompensar o pagar favores.

El yugo de Jesús es lo contrario, su propuesta es llevadera, fuente de alegría, no está impuesta por la fuerza y brota del amor. Libera de los preceptos y cargas pesadas y reclama solo lo verdaderamente importante: la búsqueda de la justicia y la práctica del amor al estilo del amor del Padre.

Jesús cambia -y nos invita a que cambiemos- el yugo de la ley por el suave, ligero y liberador yugo de la Buena Noticia, es decir, del amor. El yugo del egoísmo y del acumular riquezas por el del compartir; el yugo de las prisas por el de la paz y el sosiego, sabiendo que le basta a cada día su afán; el yugo del hacer por el del ser. El yugo del aparentar, cuidar la imagen por el yugo de la humildad y sencillez.

Hoy me pregunto:

  • 1. Cómo es mi oración: ¿de perdón, de petición, de agradecimiento o de alabanza? ¿Necesito momentos de silencio y reflexión que me ayuden a descubrir a Dios en todos los momentos de mi vida?
  • 2. ¿Soy sencillo de corazón? ¿Lleno mi vida de admiración y de agradecimiento?
  • 3. Para conocer a Jesús hay que orar y no es otra cosa que “tratar de amistad muchas horas con Aquel que sabemos que nos ama” o “hablar con Jesús como un amigo habla con su amigo” ¿Lo hago?
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