30-04-2023. Domingo 4º de Pascua – Ciclo A (Juan 10, 1 – 10)

Comentario:  

Queridos hermanos y amigos en el Señor:

Este domingo es conocido popularmente como el del “BUEN PASTOR”.

En las lecturas que hemos escuchado podemos descubrir cuáles son las características de este “Buen Pastor”. Imagen que ya a los discípulos les costó entender, y el mismo Jesús tuvo que explicársela al final del Evangelio diciendo que Él es la “puerta” por la que todos tenemos que pasar para salvarnos, tener vida y libertad.

Características del “Buen Pastor”:

  1. “Llama por su nombre a sus ovejas”: nos llama por nuestro nombre.

Dicen que el hombre

no es hombre                      

mientras no oye su nombre

de labios de una mujer.

¡Puede ser!

Nadie llega a ser

plenamente cristiano

mientras no escuche

la palabra de Dios

dicha para él. ¡Puede ser!

(Antonio Machado)

El buen pastor conoce a sus ovejas, las llama por su nombre. Afirma que nos conoce a cada uno por el nombre, que tiene de nosotros un conocimiento amoroso, íntimo, ya que tal es el sentido bíblico de la palabra «conocer». Un conocimiento superior, incluso, al que tiene uno de sí mismo. Un conocimiento que implica un profundo respeto hacia todos y cada uno de los hombres. Jesús nunca impuso su voluntad a los discípulos o a sus seguidores; hablaba e invitaba, pero exigía siempre una respuesta personal y libre; sugería sin jamás obligar. Conocer por el nombre significa invitarnos a cada uno a desarrollar las propias capacidades y a ponerlas libremente al servicio de los demás. Para Él no existe la masa, cada ser humano tiene un rostro propio y un nombre. Somos únicos e irrepetibles para Dios. No estamos clonados, ni somos fotocopias unos de otros.

Cuando Jesús dice que nos conoce por el nombre quiere decir que tiene un conocimiento de la naturaleza y del ser de cada uno, de lo que Dios quiso que fuéramos, de lo que somos y de lo que podemos llegar a ser. Dios no crea a los hombres en serie, sino uno a uno; cada uno es único e irrepetible, con nombre y apellidos. No hay dos iguales, ni en lo físico, ni en lo moral, ni en las circunstancias de la vida, ni en la vocación. Los pastores, aunque tengan 500 ovejas en el rebaño, distinguen y conocen a cada una por su nombre.

La persona de este mundo que mejor nos conoce es nuestra madre. Así el dicho castellano: “te conozco como si te hubiera parido”; nuestra madre nos conoce y nos mira con cariño, con ternura, con amor. La realidad no depende del color con que se mire, sino del amor con que se mire.

Con ese amor nos ha amado el Padre, hasta llegar a elegirnos para ser hijos de Dios, y llamarnos por nuestro nombre, que lleva tatuado en su mano: «Conozco a mis ovejas y mis ovejas me conocen, como yo conozco al Padre» (Jn 10,14). Conoce a todas y a cada una, en sentido bíblico, que es un conocimiento amoroso. «Con amor eterno te amé» (Jr 31,3).

La sociedad tiende a convertirse y a convertirnos en una masa cada vez más anónima, dejándonos profundamente insatisfechos. No somos una clave, un número en clase, en el trabajo, en la seguridad social, en el D.N.I. Somos personas capaces de amar y de ser amados por nosotros mismos.

  • “Y las saca fuera”.

Jesús quiere que salgamos de nuestra inmadurez y de todo lo que nos impide ser nosotros mismos. Por ello, su misión de pastor enviado por Dios consistirá en sacar de la institución judía a los que respondan a su llamada, para crear con ellos su nueva comunidad. Su misión es incompatible con la institución judía.

También a nosotros nos quiere sacar de nuestras esclavitudes, rutinas, monotonías del trabajo, familia, del día a día, para que vivamos felices y nos relacionemos más con los demás y sirvamos a los demás. La felicidad del hombre consiste en hacer felices a los demás. Por ello están tan en boga, tan de moda, las ONGs, porque dando un poco de ti mismo y haciendo más felices a los demás, en el primero en el que revierte, es en ti.  (Severiano Ballesteros).

  • Camina delante de ellas.

Jesús es el primero, «camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen porque conocen su voz». El verdadero pastor camina delante, abriendo horizontes a los suyos, dando ejemplo. Es el primero en enfrentarse con el peligro, el primero en dar la vida, cuando se trata del bien de los demás. Jesús nos marca el camino; Él mismo es el camino (Jn 14,6) que debemos recorrer. Su voz anima al seguimiento porque comunica vida verdadera. Así, cuando Jesús resucitado se aparece a las mujeres les dice: “id enseguida a decir a los discípulos: ha resucitado de entre los muertos e irá delante de vosotros a Galilea; allí le veréis” (Mt 28,7).

En la segunda lectura hemos escuchado a San Pedro que exhorta a sus discípulos diciendo: “Si obrando el bien soportáis el sufrimiento, hacéis una cosa hermosa ante Dios, pues para esto habéis sido llamados, ya que Cristo padeció su pasión por vosotros”.

Seguir a Jesús tras sus huellas, por el camino, implica hacer el bien, dar la vida sin esperar nada a cambio, e incluso con desagradecimiento o persecución, como les ha ocurrido a muchos mártires a lo largo de la historia.

En parte es natural y ley de vida que los hijos no seamos capaces de agradecer ni de hacer por nuestros padres tanto como ellos nos han dado: la vida, educación, cariño, mucho amor… su vida. Lo mismo nos sucede con Jesucristo que camina por delante de nosotros, que nos ha dado todo, entregándonos su propia Vida, hasta la última gota de su sangre para SALVARNOS y, nosotros muchas veces, somos desagradecidos, egoístas. Ese es nuestro pecado. Por ello, sus discípulos (sus ovejas) tenemos que aprender a dar luz, alimento, nuestro tiempo, nuestro saber, nuestra vida, sin esperar nada a cambio, incluso, sabiendo que nos pueden devolver mal por bien.

  • Y las ovejas le siguen porque conocen su voz.

Cuando oímos nuestro nombre, depende de quién lo pronuncie y el tono que emplee, nuestro cuerpo y nuestras vísceras responden de una manera distinta, produciendo distintos sentimientos: alegría, miedo, extrañeza, ilusión…; como le pasó a María Magdalena cuando de labios de Jesús escuchó su nombre: “María”, y ella se vuelve y le dice en hebreo: ¡Rabbuni! –que significa Maestro- (Jn 20,16).

Cuando oímos la voz de Jesús, sus discursos, parábolas, bienaventuranzas, denuncias, promesas, milagros, etc. a todos nos suenan bien, creyentes o no creyentes, practicantes o no practicantes. Es el personaje que ha dividido la historia en dos, un antes y un después. Es el único líder que después de 2023 años sigue teniendo muchos seguidores que dejándolo todo lo siguen a Él y a su causa: EL REINO DE DIOS.

Hoy, día mundial de oración por las vocaciones consagradas, seguimos pidiéndole, no solo para que mande muchas vocaciones a su mies, sino para que seamos capaces de oír su voz, porque Él sigue llamando, invitando a muchos a seguirle; pero el estrés, el ruido, las ocupaciones, el desconocimiento de su “Puerta”, vida, verdad, camino, hace que muchos no le oigamos como debiéramos.

Para terminar, tenemos que decir que el buen Pastor es imagen y modelo para todos los padres, sacerdotes, maestros, políticos; para todos los que tenemos responsabilidades sobre otras personas.

Hoy me pregunto:

  1. ¿Escucho con frecuencia a Jesús que me llama por mi nombre? ¿Hago oración con frecuencia; es decir, a diario como el comer, ir al trabajo, ir al colegio? ¿Cómo reacciona mi cuerpo al escuchar a Jesús?
  2. Jesús, ¿qué quiere sacar hoy fuera de mí: la pereza, la rutina, mi egoísmo?
  3. ¿Cómo reacciono cuando el agradecimiento de las personas a las que más quiero y por los que doy mi vida es escaso? ¿Me desanimo, tiro la toalla, o me uno a la cruz de Jesús que camina delante de mí con su Cruz?
  4. ¿Cómo es mi seguimiento de Jesús: sincero, constante, alegre, decidido, optimista, confiado, o más bien: triste, desconfiado, con miedo?

Para terminar, pidamos al Señor Jesús que nos ayude a afinar el oído para que oigamos y escuchemos su voz en sus múltiples tonos, modalidades y le sigamos por el camino. Amén.

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