
9-04-2023. Domingo de PASCUA de la Resurrección del Señor – Ciclo A (Juan 20, 1 – 10)
Comentario:
Queridos hermanos y amigos en el Señor: ¡Cristo, ha resucitado! ALELUYA. ALELUYA.
La 1ª Lectura nos narra el discurso de Pedro en Casa de Cornelio, un capitán Romano, representante de todos los paganos, -hoy diríamos no creyentes o de los que nunca han oído hablar de Jesús-, para contarles lo que pasó en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo: «Me refiero a Jesús de Nazaret, que pasó por la vida haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo” …. “Nosotros, dice Pedro, somos testigos de que los judíos lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios, al tercer día, lo resucitó de entre los muertos, y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que Él había designado”.
La realidad se ve del color del cristal con que miremos.
AMIGOS, para descubrir la Presencia de Cristo Resucitado, que vive y está presente hoy, aquí y ahora, hace falta fe, hace falta sensibilidad, para descubrir su presencia en los signos de resurrección que hay a nuestro alrededor; para descubrir su presencia allí donde hay AMOR en vez de odio, PERDÓN en vez de ofensa; donde hay UNIÓN en vez de discordia, donde hay FE en vez de duda, donde hay VERDAD en vez de mentira, donde hay ESPERANZA en vez de desesperanza, donde hay ALEGRÍA en vez de tristeza, donde hay LUZ en vez de tinieblas, donde hay TRABAJO en vez de PARO, donde hay CONSUELO en vez de desolación, …
2. Las escenas del sepulcro vacío
El evangelista presenta el cuadro del sepulcro donde han puesto el cadáver de Jesús, con dos escenas bien hiladas. En la primera escena, María Magdalena, en la segunda, Pedro y el discípulo que Jesús amaba. Esta última viene preparada por la anterior y da la clave con que abrir el sentido del sepulcro vacío. Hay que acercarse con los ojos de la fe para poder ver la resurrección de Jesús. La primera escena transcurre muy rápidamente. Es el primer día de la semana, el domingo, cuando aún estaba oscuro, es decir, cuando todavía no brilla la luz de la fe. María Magdalena no entra al sepulcro, pero ve; ve libre la entrada del sepulcro y va corriendo al encuentro de Simón Pedro y el discípulo amado. Sin embargo, no ha visto nada, solo sospecha que han robado el cuerpo del Señor. El amor la mueve a encontrar al Señor, pero es el Señor quien se dejará encontrar.
3. El rumor desmentido
La denuncia del robo del cuerpo del Señor mueve a los dos discípulos a acudir corriendo a ver qué había sucedido. Durante un tiempo, corrió el rumor de que los discípulos se habían llevado el cuerpo de Jesús (rumor recogido en el evangelio según Mateo), con este inciso, el evangelista hace constar que los discípulos no se lo llevaron. Aunque Juan y Pedro corren hasta el sepulcro juntos, el discípulo amado es más rápido que Pedro. Mientras que la tradición eclesial recuerda que Pedro es el primero de los doce al cual Jesús resucitado se le aparece, por eso el otro lo deja entrar primero al sepulcro, la tradición juaniana recuerda que un discípulo (que quizás no era de los doce, no se sabe, aunque la tradición lo identifica con el apóstol Juan de Zebedeo, el hermano de Santiago) fue más feliz por haber visto con los ojos de la fe y el amor.
4. La visión del discípulo amado.
El discípulo amado ve lo mismo que Pedro y cree. El evangelista no quiere dejar mal a Pedro, sino que quiere dejar bien claro que existió un discípulo que creyó en el Señor resucitado antes de que sus apariciones lo confirmaran. Este discípulo fue importante para la comunidad, la ayudó a encontrarse con Dios hecho hombre, muerto y resucitado, y a identificarse con Él en la diferencia. Pedro ve las mismas señales de la resurrección de Lázaro, en la que el difunto Lázaro sale atado (vuelve a la vida para morir). El evangelista no nos indica la reacción de Pedro ante esta visión, que significa que Jesús se ha desatado de los lazos del reino de la muerte.
5. El hoy del Resucitado
Al final, el evangelista ofrece la interpretación del sepulcro vacío: se ha cumplido la Escritura y, por tanto, debe verse desde la fe en la Palabra de Dios. Jesús es el Viviente, que disipa la oscuridad con la luz de la fe. Ahora hay que ver la presencia de Jesús no como María Magdalena, sino como el discípulo amado; es decir, no desde la oscura sospecha: ¿lo encontraré?, sino desde la luz de la fe, desde la confianza en que la persona amada siempre te da pistas para que te percates de que está a tu lado. Alegrémonos porque la muerte que liga a los humanos ha sido finalmente vencida en su propio terreno. Jesús ha resucitado y no lo encontraremos entre los muertos. ¡Aleluya!
Hoy me pregunto:
- ¿Dónde busco a Jesús, en los cementerios del dolor, el sufrimiento, en el prestigio, en el ansia de tener y de poseer, o en la casa donde estoy con mi familia, en mi “Galilea” trabajo…, en los valores de la honradez, justicia, solidaridad, familia, trabajo…?
- ¿Tengo sensibilidad, me pongo las gafas de la fe, el amor y la esperanza para descubrir su presencia, o las del egoísmo, la soberbia y el orgullo y no encuentro a Jesús? ¿Qué signos de RESURRECCIÓN descubro en la vida donde me muevo?
- ¿Cómo vivo mi fe, para mí sólo, o la anuncio a los demás? ¿Cómo es mi celo apostólico?