
10-07-22. Domingo 15 Tiempo Ordinario – Ciclo C (Lucas 10, 25 – 37)
Comentario:
Queridos hermanos y amigos en el Señor:
Las lecturas de hoy nos invitan al cumplimiento de los mandamientos como medio para ser feliz. Así la 1º lectura nos dice: “El mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca. Cúmplelo.» Y en el evangelio: —«Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo.»
- ¿Qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?»
Aunque el maestro de la Ley, le preguntó a Jesús, para ponerlo a prueba, la pregunta es:
¿Qué tengo que hacer para alcanzar la vida eterna, es decir, para ser feliz? Todos buscamos, de una o de otra manera, ser felices. Buscamos la felicidad; tanto el monje que se encierra en el monasterio, como el que va a misiones, o como la prostituta, como el que juega, se droga, o como el que va a países del tercer mundo a evangelizar, etc. Aunque sea por caminos muy diferentes todos buscamos ser felices.
Todos buscamos que la felicidad no termine, buscamos perpetuarnos en la felicidad llamada: servicio, poder, tener, cargo, etc. queremos que sea eterna. Pero, con frecuencia decimos: “Que poco dura la felicidad en la casa del pobre”. En esta vida todo es caduco, efímero, enseguida se nos pasará y nos vendrá la resaca… “No hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista”, pero a la inversa también: la juventud, la salud, el dinero, el trabajo, … todo es caduco bajo el sol.
La felicidad que promete Moisés a su pueblo está bien cerca: en su corazón y en su boca. Cúmplela. Esto quiere decir:
Que es posible.
Según la lectura de San Pablo a los colosenses, “Cristo Jesús es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque por medio de él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles, tronos, dominaciones, principados, potestades; todo fue creado por él y para él”.
Con palabras de San Ignacio el hombre es creado para “Alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor, y mediante esto salvar su alma”
Que no podemos ser felices sin Dios.
Porque hemos sido creados por Él y para Él.
Que la felicidad tiene que ver con nuestro hermano.
Que tenemos que empezar por nosotros mismos.
2. «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser.
La felicidad plena sólo llegará en el más allá, cuando lleguemos a estar con Él, que es para lo que hemos sido creados.
Aquí, en la tierra, la máxima felicidad que podemos conseguir es cumpliendo su sueño, su plan de salvación, es decir, su voluntad. ¿Hay algún padre que pueda querer algo malo para sus hijos? Dios quiere lo mejor para nosotros. Ese es su sueño. Su voluntad. Hemos sido creados a su imagen y semejanza, tenemos el Ruah de Dios, el Espíritu de Dios.
- Y al prójimo
La felicidad se consigue en red, con los demás, no podemos ser felices si estamos solos, si nos faltan las personas queridas o los hermanos. Hoy que tanto se habla de deporte, podemos decir que casi todo se hace en “equipo”, no jugamos en solitario, sino que jugamos en equipo, que todas las figuras son necesarias, que todos son importantes. La misión del entrenador que lidera, anima, estudia y diseña la estrategia es necesaria, pero, la animación de toda la afición, es en el fondo el motor del partido por quienes y para quienes se juega.
Lo mismo podemos decir en la iglesia: todos somos necesarios para ser felices, “porteros” que paran los golpes de la vida, los “defensores” de los pobres y de las causas más perdidas, los “delanteros” que están en misiones en el tercer mundo y en nuestro mundo en las fronteras de la pobreza, inmigración, incultura, prostitución, enfermos mentales, con sida, ancianos, etc.
También es muy importante un entrenador, o sacerdote, que anime, humilde, inteligente, que, de juego, que no se apropie de las jugadas, que no se apropie de los éxitos, que sea humilde y prudente en los triunfos y en las derrotas.
En definitiva, todos somos importantes y necesarios para alcanzar el Reino de Dios o el triunfo definitivo.
Con palabras del evangelio podemos decir que no podemos dar “rodeos” ante nuestro prójimo como el sacerdote o el levita y pasar de largo. Sino hacer como el “samaritano” el extranjero y sentir compasión del que nos necesita, herido, enfermo, inmigrante, anciano, solitario, y curar sus heridas.
4. Como a ti mismo.»
Todo esto no es posible si cada uno no tiene una autoestima suficientemente alta y se valora lo suficiente como persona, jugador, miembro de un equipo; en nuestro caso de la comunidad parroquial, de la iglesia universal.
Es importante en estos tiempos que corren, como los jugadores, hacer piña y defender al entrenador, sacerdotes, obispos, Papa y nunca criticarle o murmurar por detrás o echarnos la zancadilla unos a otros.
Hoy más que nunca deberíamos aprender, los cristianos, lo que nos enseñó en sus días el futbol, o el equipo de Baloncesto, a los españoles. A valorarnos, jugar en equipo, respetar y valorar al entrenador, hacer nación sacando los símbolos que nos identifican, aunque haya individualismos que no nos gusten. Si hiciéramos lo mismo con la iglesia, sus dirigentes, símbolos, actitudes de unidad, y todos los bautizados jugáramos con deportividad: jerarquía, cristianos de a pie, saldríamos todos ganando. El Reino de Dios se extendería con más facilidad sin complejos y sin culpabilidades y seriamos más felices aquí en esta vida y luego en la vida eterna que es de lo que se trata. Amén.
Hoy me pregunto:
- Cómo vivo los mandamientos de la ley de Dios: ¿los acepto como un regalo que me ayudan o liberan, o los rechazo como algo impuesto desde fuera que no me dejan ser feliz o hacer lo que yo quiera?
- ¿Cómo vivo el “amarás a Dios sobre todas las cosas”?
- Y ¿al prójimo como a ti mismo? ¿Me amo, me respeto, me quiero y agradezco lo que soy y las cualidades que Dios me ha dado?
- Una idea: ¿quién es mi prójimo?
- Una imagen: el buen samaritano.
- Un afecto: la felicidad de ayudar al prójimo.